Prólogo   Carmen Millán   Enrique Villanueva    
    Israel López   Susana Dorantes  Epílogo 
Susana Dorantes Herrera
"Mientras escribo haiku me enfrento con el terror de ver la hoja en blanco, entonces descubro que el oficio del haiku consiste en tratar de no ensuciarla. Por eso evito tener un borrador a la mano: para no tener pretexto de escribir lo innecesario."




mirando estrellas
el barrio quedó a oscuras
tras la tormenta




hojarasca
y colillas se han juntado
en los baches




sola y sin sueño
de madrugada
lavando trastos




el metro asoma
y mi cabello...
sobre el andén




despunta el día
palomas del zócalo
vuelan en círculos

(El Zócalo es la plaza mayor de la ciudad de México)




amanecer
suena contra la acera
caca de pájaro




todavía llena
brilla la luna llena
sobre el semáforo




noveno piso
apenas la ramita
por la ventana




el viento sopla
entre edificios viejos
se oye en los pinos




junto al río
una hilera de farolas
prendidas




azoteas
caen gotas de la ropa
recién tendida




lleno el vagón
la flor en su mano
es más amarilla




noveno piso
¿cómo llegaste hasta aquí
pequeña hormiga?




suena el teléfono
el reloj del rincón
marca las doce




atardecer
brillo de espejos rotos
en la basura




gotas de lluvia
y la luna asoma
entre las nubes




oscuridad
salvo el bastón del ciego
contra la acera




abandonado
quedó un ramo de rosas
sobre el asiento




casi al bajar
rodó hasta mis pies
un limón seco




noche de invierno
con letras de neón
"hotel de paso"




madre e hijo
por cada paso que doy
él da cuatro




ya la apagan
queda llena de noche
toda la casa




la tarde sopla
una pluma de tórtola
entre las hojas




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