La primera vez que escuché que las cebras podían cruzar tranquilamente por las calles de la ciudad sentí mucha curiosidad por atestiguarlo. Pero, ¡oh, sorpresa!, lo único que vi fue un patrón de líneas blancas pintadas sobre el asfalto como señalamiento para que los peatones no corrieran riesgo de atropello en las calles. Su nombre coloquial es "paso de cebra", y algunos los aprovechan para tomar a los niños de la mano o para comtemplar caras bonitas mientras marca la luz roja del semáforo. Eso sí, según la DGTM (Dirección General de Tránsito Mundial) existen algunos criterios operativos que valdría la pena conocer para su óptimo funcionamiento:

"- El color de los pasos de cebra puede ser variable pero se preferirán el blanco y el amarillo, evitando los tonos escandalosos o de mal gusto.

- Queda prohibido pararse a charlar, merendar, traficar con droga o armas, o hacer el amor en los pasos de cebra. Los peatones pasarán rápido y nunca dedicarán gestos despectivos o "toreros" a los conductores de los vehículos según se pasa. Los conductores, a su vez, tienen prohibido acelerar en punto muerto o meter miedo con falsas salidas a los peatones que se encuentran cruzando en esos momentos."

Por otro lado, desconozco cuál haya sido el origen de ese nombre, aunque basta con ver un paso de cebra para darse cuenta de cómo el imaginario colectivo se apropió de la experiencia silvestre para introducirla en la realidad urbana, en lugares donde muchas veces ni siquiera antaño existieron cebras y ahora sólo se pueden ver en los programas de naturaleza por TV. Lo cual habla del fuerte arraigo instintivo que tenemos los seres humanos respecto al planeta que pisamos. Incluso en las ciudades.

Y aún así, me queda una duda: ¿Cuál sería la reacción de una cebra al mirar esas rayas blancas sobre el asfalto? No dudo de que alguien lo sepa...