XXIX. Dos nuevos libros de haiku Quisiera comentar dos libros de haiku en español que me han llegado: Haiku, de María Santamarina (Buenos Aires, ed. Ciudad de Lectores, 2005), y Poetas de corazón japonés: Antología de Autores de "El rincón del haiku", de Luis Corrales y Vicente Haya (Salamanca, ed. Celya, 2005). El primero me llegó por correo bastante antes de las Navidades. El segundo me lo trajo Luis Corrales en mano, como sorpresa y regalo, en su visita a Sevilla durante las vacaciones de Navidad. Ni que decir tiene que los dos libros me han proporcionado mucha satisfacción, y agradezco ambos regalos, afectuosamente dedicados. Por lo demás, hay entre ellos el lazo común de que los dos haikus de María Santamarina que aparecen en la Antología pertenecen a este libro suyo, "Haiku".
De esta poetisa Argentina quisiera destacar, ante todo, la Introducción suya a su obra Haiku, de una lucidez y clarividencia extremas, y también varios de sus poemas. Cito algunas palabras suyas de la Introducción que me parecen ciertamente iluminadas:
"Creo que mi inclinación por el Zen como filosofía de vida me llevó al haiku como forma de expresión artística. (...) El haiku lleva a depurar no sólo el lenguaje, sino también la mirada. (...) El tema de la naturaleza en esta poesía fue sin duda otra atracción irresistible para mí. El contacto con la naturaleza me ayuda a reubicarme en el mundo, me vuelve a mi esencia. Y es necesario estar bien enraizado para que el espíritu se eleve."
Es una Introducción que no tiene desperdicio, un verdadero compendio de lo que considero más importante en el haiku, tanto respecto a su forma métrica como a su contenido. Citaré algunos de sus poemas, procurando ceñirme a los que más me han impactado, para no alargarme en exceso.
En mi calidad de profesor, perteneciente al "gremio de la tiza" -en frase feliz de un compañero mío- me resulta muy sugerente el haiku de p. 29:
En la pizarra
chirriantes las palabras: ruido de tiza. El contacto de la tiza con la pizarra es muy peculiar, tiene un sabor atractivo. Lo bonito es saberlo descubrir, como ha hecho María. "Chirriantes" es ahí un adjetivo que se puede cargar de bisemia: 1/ por el ruido que hace la tiza (verso 3), y 2/ por el impacto de la ciencia, presuntamente desconocida y nueva, que se pretende transmitir a las mentes jóvenes. Los conceptos nuevos "chirrían" a su manera en cada cabeza, y suponen un reto hasta que los dominamos. El verso final "ruido de tiza" trae evocaciones del excelente "ruido de agua" de Bashoo, cuando cantaba el salto de una rana.
En p. 80 encontramos:
Laguna calma:
asoma su cabeza una tortuga. Esa cabecita de la tortuga que emerge en la extensa laguna, se supone que lo hace quedamente, sin romper la calma. El componente estático y quasi-eterno que es la laguna, acoge sin traumas la novedad y el relativo dinamismo que representa la tortuga, animal -por cierto- muy longevo. Hay una gran isotopía en todo el cuadro, que invita a no pasar página, sino a demorarnos allí, y respirar hondo.
En p. 120:
Bosque de otoño:
un crujido de rama ¡no estoy tan solo! Esta vez hay rima, sobreabundando a ese ritmo que siempre cuida nuestra autora. Existe rima asonante -otoño / solo- entre el primer verso y el tercero. Es curioso que esta rima se consigue a costa de que María renuncia a la forma femenina del adjetivo, "sola", que le habría gustado usar. Interpreto que su elección no viene determinada solamente por la rima, sino por el deseo de dar una dimensión más amplia a su mensaje mediante ese masculino genérico y extensivo, abarcador también del femenino. Y abundando en lo lingüístico, es de agradecer el uso del estilo nominal en el segundo verso "un crujido de rama", ya que podía haber elegido ahí la autora "ha crujido una rama", "y una rama que cruje", etc.; el ambiente de estatismo y soledad creo que se enfatiza con la formulación nominal. Ahí viene, con ese crujido que quiebra el silencio, la sensación nueva "¡no estoy tan solo!": ¿comunión del poeta con la naturaleza? (pues la rama puede haberse roto por el viento), ¿esperanza de encontrar al alguien? Misterio.
En p. 83:
La garza estática
aquieta la laguna, titilar blanco. De nuevo ante el escenario, tan clásico -diría yo- de una laguna, se nos invita a la contemplación. La laguna ya estaba quieta antes de aparecer en ella la garza, pero esta última tiene la virtud de hacérnoslo ver, con su postura estática, tal vez en difícil equilibrio. La garza aquieta también nuestra laguna interior. Por lo demás, las garzas tienen manchas blancas en su plumaje, e incluso puede haber garzas blancas (son famosas las de Japón); y así el ave se integra en ese "titilar blanco" de una hora posiblemente mañanera.
Añadiré que María Santamarina enriquece sus haikus con una traducción inglesa y otra francesa de los mismos, con lo cual los efectos sonoros se amplían por la resonancia que aportan estas preciosas lenguas. La parte gráfica de la obra, de caligrafía a pincel para enunciar las estaciones del año en japonés (hiragana) es también delicada y primorosa.
La Antología Poetas de corazón japonés la veo tras mis veteranas gafas casi como a un niño que he visto nacer, y que ya anda solo. Agradezco a Luis Corrales las palabras, tan cálidas como inmerecidas, que me dedica en su Prólogo. Me parece que fue ayer cuando, hace unos cinco años, él era alumno mío del curso de haiku, y hacia el mes de mayo me preguntó si su página web "El Rincón del Haiku", recién inaugurada, le podía servir como trabajo del curso, para recibir la nota final. Mi respuesta fue afirmativa, con la única condición de que me entregara por escrito algunas páginas correspondientes a su web, sacadas por impresora.
Y Luis, ingeniero él. No sólo sacó buena nota, sino que se ha convertido en haijin practicante.
Siempre he admirado la habilidad y la capacidad contemplativa de Vicente Haya para comentar los haiku. En esta ocasión, nos brinda sus glosas sobre treinta haikus de la Antología, una gran oportunidad de aprender y sobre todo sentir lo que es el haiku. Yo trataré de comentar otros poemas, por dar un toque de variación.
Alabo la internacionalidad de la antología, dentro del uso de la lengua española. Percibo una mayor cantidad de autores españoles sobre los latinoamericanos, pero intuyo que esto se debe al mayor número de aportaciones de autores españoles en los concursos de haiku organizados por la web, sobre las de los otros autores.
Sobre la transcripción de los haiku, advierto una norma unificadora en la reducción de signos de puntuación: no se suelen usar puntos ni comas, y a veces el sustituto de un punto y seguido es el comenzar la siguiente frase con letra mayúscula, sin más. Los haikus no suelen terminar aquí en punto final. Supongo que todo esto se ha procurado, tratando de acercar el haiku al lenguaje hablado, y que por ello se ha dejado la puntuación imprescindible.
Voy a decir algo sobre los haikus que más al vivo me han llegado. Citaré el número de página, a continuación del nombre del autor.
En el andén
nadie queda esperando que nadie llegue Félix Alcántara Llarenas, p. 34 ¿Dos negaciones afirman? En este caso, más bien refuerzan la negatividad. Un posible tercer verso habría sido "que alguien llegue"; pero, ¿mantendría el mensaje la misma sensación de soledad, de auténtico sabi? Son circunstancias de los horarios de trenes las que provocan estos vacíos en el andén, pero el lenguaje es a su vez un buen aliado de la expresividad: el hecho de que el pronombre "nadie" sea el sujeto gramatical de dos predicados verbales, es en cierto modo una personificación -ineludible, por lo demás- de ese vacío término "nadie", que queda así dotado de un aura fantasmal de presencia.
Desnudo
sobre la roca desnuda Alfonso Muñoz, p. 61 Es la desnudez espiritual llevada a la desnudez del poema. Se crea una situación altamente simbólica: el poema está desnudo de todo ornato o amplificación, así como su mensaje es de desnudez. La formulación es puramente nominal, sin verbos, sin adverbios. Solo cinco palabras, de las que dos son gramaticales -"sobre la"- , y dos son la misma palabra reiterada -"desnudo / desnuda"- con el sólo cambio de género. Mayor economía no cabe. Ni siquiera cumple las sílabas del haiku, siendo aquí la pauta métrica 3/5/3. ¿Un mini-haiku? Creo que no; un gran haiku, donde la expresividad canta.
Y ¿quién es el sujeto? ¿El poeta mismo? ¿El "Pensador" de Rodin? ¿Adán tras su caída, cuando percibió su desnudez? ¿El propio lector, por empatía con los anteriores? ¿Es hombre, o mujer? Todo eso, y nada de eso en concreto. Un cuerpo desnudo y vulnerable, en contacto físico con una piedra dura, desnuda, fría. Un símbolo de lo que es el ser humano perdido en el mundo.
En su ramita
la almendra ya no es flor tampoco fruto Susana Benet, p. 29 Muchos poetas han cantado las flores y los frutos del campo. Pero, ¿y ese momento en que la vida vegetal está ahí en plena potencia, sí, pero sin definirse como una substancia ya inventariada? Ha dejado de ser flor, y está germinando lo que será fruto. Tal vez haya sido necesaria la sensibilidad de una mujer para captar ese momento, para apreciar ese "viviente que será" una presencia nombrable. Hay también un gesto de esperanza en llamar a esa presencia "almendra". "En su ramita", aparece así en diminutivo, y no por llenar una sílaba más; hay ahí un ingrediente de ternura que acuna en cierto modo esa vida naciente, y colorea la visión de nuestra haijin.
No estará de más mencionar que Susana Benet es también autora de la esmerada ilustración de la cubierta, con un innegable aire japonés.
Enhorabuena a los organizadores y a los participantes. Y una palabra de ánimo a quienes no hayan sido seleccionados, porque esperamos con ilusión futuras antologías.
Fernando Rodríguez-Izquierdo y Gavala
Universidad de Sevilla |