Abril
Buenos Aires, Argentina
Un estallido:
y el crepúsculo rojo
en los cristales.
Katzu: Fue intensa la sensación que me produjo leer este bello haiku: como una cópula que al penetrar la fragilidad de los cristales expresan una imagen infinita, indescriptible. Color y sonido expanden un estallido profundo, evocativo cada vez que la luz aparece y penetra en nuestros sentidos. Como si la palabra fuera, tan sólo, un refugio de la claridad.
Subir la cuesta
y el mismo interrogante
¿qué nos espera?
Sólo un pimpollo
y todo es primavera
hoy en el patio.
En la pizarra
chirriantes las palabras,
ruido de tiza.
Oro de brisa
¿Abanicos de ginkgo
o mariposas?

Alfonso Muñoz
Lima, Perú
Estocada.
La sangre del toro
brilla.
Funeral.
Las llamitas de las velas
vibrantes.
Luis Corrales: Alfonso Muñoz tiene la virtud de transgredir sutilmente el clasicismo del haiku japonés en muchos de sus tercetos, sin faltar por norma general a un "aquí y ahora". En este caso, el hecho de que el haiku surja en medio de un funeral distorsiona sorprendentemente la escena.
Estos zancudos
que no se callan...
¿no tienen sueño?
Fernando López Rodríguez: Damos testimonio. Aquí en el tropico los zancudos no dejan dormir. Oportunistas del sueño ajeno, desesperan la sangre desvelada.

Ángel Lipizano
Ciudad de México, México
Niños jugando,
de lata es la pelota.
¡Hoy se recicla!
Ríos urbanos,
sigue creciendo el niño
junto al canal.
Cálida cueva,
dentro de la cloaca
duermen los niños.
Frutos Soriano: Hay belleza y piedad en este jaiku. Podría tratarse de un poema social, con crítica implícita, una estampa de los "niños de la calle" que se pueden ver en algunas ciudades mejicanas. Si éste es el caso –como así lo creo- el poeta actúa con una elegancia que nos suscita ternura y nos mueve a la reflexión.
Lucha nocturna,
un viejo en una banca
tiembla de frío.
Fernando López Rodríguez: Bello. Aunque no veo lucha, solo resistencia al encierro de un viejo libre, a pesar... de los pesares...
Luis Corrales: El primer verso hurga a mi juicio de forma algo innecesaria en lo evidente de la escena -el poeta irrumpe en el haiku con sus conceptos-; habrían bastado los dos siguientes versos, por su enorme y brillante fuerza descriptiva, para conformar lo que considero en todo caso un buen haiku.
El cuello arqueado,
sobre el lago tranquilo
un sólo cisne.
María González: Una vez más, el elemento sorpresa se manifiesta en este haiku.

Barbarroja
Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), España
Amanece:
una viuda camina
de espaldas al sol.
Eva Comas: Es un haiku triste y muy visual. Que el poeta diga que se trata de una viuda le añade un "je se sais quoi".
Agua hirviendo
sobre las hojas de té
la luz del alba.
Emilce Pinazo: Anticipa la jornada de trabajo, hermoso momento.
Luis Corrales: Me deja una luz y un olor a desayuno que cuento entre lo mejor de esta edición.
Noche sin luna,
un luminoso palpita:
"moonlight".
Frutos Soriano: Original motivo para un haiku: las letras de un anuncio luminoso. En una noche oscura, una luz titila como una estrella o un grupo de estrellas. Y... ¡cómo nos atrae siempre cualquier luz en medio de la oscuridad, sea la luz de la luna, la de una farola o la del luminoso de un bar de carretera! No hay luna, es verdad, pero el luminoso quisiera suplir su ausencia con esa palabra inglesa (tan hermosa): "moonlight".
Escudriñando
las agallas del pez
¡un coletazo!
Luis Carril García: Tras leerlo me han quedado las gafas salpicadas. ¡Qué realismo! Enhorabuena.
Félix Alcántara: Sucede tan de repente que hasta salpica.
Mavi: Donde no se esperaba, hay una reacción: una convulsión, un estertor. Queríamos comprobar la frescura del pescado y nos encontramos con que el animal aún agoniza. Morirá ante nuestros ojos: se está muriendo mientras nos recuperamos del sobresalto.
Frutos Soriano: Eso es haiku: captar un instante con la mayor viveza posible. Como el jaiyín, el lector se lleva también un buen susto en el último verso.
Luis Corrales: Ilustra de forma estupenda un aspecto consustancial al haiku: el factor sorpresa.
Un manto de hojas
verdes sobre amarillas:
envejecer.
Luis Carril García: Relacionar el envejecer con un manto de hojas le quita dramatismo a esa parte del ciclo natural y, a cambio, da paz. Enhorabuena.

Bedmar
Madrid, España
En la cuneta,
junto a las amapolas,
un perro muerto.
Luna y cartones
cubren al vagabundo.
Noche de hielo.
Inés: Paisaje urbano y poético en breves palabras.
Cruzan los charcos,
resquebrajando lunas,
los automóviles
Abril: El haiku es perfecto y sucede en un instante apenas perceptible. Bellísimo.
Fernando López Rodríguez: Excelente haiku. Tengo resistencia a utilizar el adjetivo 'urbano'. Simplemente haiku. Y de los buenos.
José A. Hinojosa: Capta un fotograma en una secuencia de movimiento. Ambigüedad del término luna. Naturaleza y artificio en combate.
Patatas fritas,
debajo de las mesas,
busca el gorrión.
Alta tensión;
la cigüeña en su nido.
Veinte mil voltios.

Borja
Madrid, España
Cima del monte
contra la roca fría
mis pies descalzos.
A la camisa
entreabierta asoman
pechos desnudos.

Camila
Ciudad de México, México
fiesta del pueblo
el abuelo en su cuarto
vuelve a toser
Maitia: Por su forma de superponer dos imágenes contrapuestas: la fiesta de fuera y el toser de un viejo.
Barbarroja: El haiku es testigo fiel del paso inexorable del tiempo. Y el tiempo de la vejez, de la debilidad, ha llegado. Sin concesiones. Para otros brillan las luces en la calle, suena la música en la plaza y el baile consume la noche hasta agotarla. En otro tiempo habríamos bajado a hacer fiesta, ahora solo nos queda un ataque de tos del que no podemos escapar. Me encantó la profundidad y la riqueza de matices. Enhorabuena, Camila.
Bedmar: Haiku lleno de tristeza y preocupación ante un hecho que, pudiendo ser insignificante, se podría convertir en un adiós debido a la fragilidad de la persona mayor.
Alfonso Muñoz: Sabi.
Viejo Libo: Humano, cauto, sencillo.
Frutos Soriano: Entre dos motivos bien distintos oscila este haiku: la fiesta (llena de vida) y la tos continua del abuelo (al que quizá la vida ya se le escapa) recluido en su cuarto de enfermo. Dos caras de la moneda de la vida, expresadas con conmovedora naturalidad por Camila. Esa reiteración de la tos, una y otra vez, nos preocupa, y mucho. Pero la vida sigue y la fiesta no puede parar, como tampoco se detiene la tos del abuelo, una y otra vez.
Luis Corrales: En manos de un buen haijin, la acertada constatación de un hecho tiene suficiente fuerza como para no necesitar más de 17 sílabas.
perro dormido
su pelo se mueve
junto a la hierba
Gio: ¡Felicitaciones, haiyín! De este haiku me cautiva el viento o la brisa sugeridos; y cómo, sin mencionarlo, se percibe ese ondular de la hierba... Hay contraste entre la quietud del perro y el movimiento del elemento. Me transmite frescura.
Luis Corrales: Haiku del detalle mínimo, de la observación prolongada. El pelo del perro que durante un instante se mueve con la hierba (o al lado de ella), y el poeta que estaba allí para contárnoslo.
hojas caídas
en lo alto quedan
varias cometas
un ciego cantor
frente a sus gafas
la gran ciudad
Fernando López Rodríguez: Precariedad de luz en los ojos del cantor, derroche de claridad en la gran ciudad; en las manos de Camila: Iluminación.
atropellado
en medio de la calle
otros perros ladran

Carenye
Santo Domingo, República Dominicana
Mientras dormía
la frágil mariposa
tocó su frente
Pequeñas luces,
a pesar de la lluvia.
¿serán luciérnagas?
Está de duelo
sobre la rosa muerta
la mariposa
Inés: Triste momento reflejado en un instante.
¡Qué luminosa!
Una mujer desnuda.
La luna y ella
La tapia rota.
El viejo tamarindo
aún florece
Luis Corrales: El paso del tiempo para una tapia y para un árbol, una pequeña historia en tres versos. El haijin nunca deja de observar, de comparar, de atender a lo que tiene delante.

Carlos Vela Rojo
Madrid, España
Los ojos de la niña
Un lazo azul
Los ojos de la niña
¡Niño, baja la música!
Ventana del patio
En mi casa otras casas
Frutos Soriano: De repente, por medio de una voz que le llega a través de la ventana del patio, el poeta se percata de que no está solo. Esa voz le saca acaso de su mundo interno y le arroja a la realidad del mundo: otras personas existen a su lado y comparten con él un espacio común, pues el patio es de todos (un derramadero a donde van a parar voces y sonidos que expresan vida, vidas). Muy lograda la sensación de sorpresa en el último verso.
El cielo en el suelo
Un arcoiris
Aceite sobre la charca
Periódico
Ruido de claxon
En el pecho mil caballos

Caronte
Cantabria, España
ya llora el sauce
ulula suave el viento
entre sus ramas
entre silencios
rompe el grillo la noche
con su llamada
primeras lluvias
alzan su voz los ríos
quedos en estío
llega el ocaso
y mientras arde el cielo
caen las sombras
Raijo: Luz y oscuridad, lo que ocurre y lo que va quedando, el instante y la sucesión, lo que -mostrándose- nos llama y lo que calla.
sólo una copa
retrato de una ausencia
y tú, ¿dónde estás?

Colibrí
San Diego (César), Colombia
La hamaca:
un arcoiris
bajo el cielo raso.
Caracol,
iglú errante
en la lenta sabana.
Media luna de verano.
Una piragua
que viaja silente por el río.
Luis Corrales: Algo caótico en su distribución silábica -¿no podía haberse evitado el verbo en el último verso?-, lo considero sin embargo un buen haiku y una imagen de templada y parsimoniosa belleza.
El cóndor en lo alto,
leve cometa
de los Andes.
El árbol
desde la raíz
hasta el pájaro.
Jayer: Muy original la puesta en escena del pájaro en la rama más alta.
Palmira: Con tan pocas palabras, una imagen tan rica, sugerente, viva. En su brevedad late la totalidad.
Fernando López Rodríguez: Holístico, raíz y vuelo, unidad milagrosa. Felicitaciones desde Cartago Valle, Colombia.
Santiago Larreta Irisarri: ¡Estupendo!, tan poco ortodoxo que dudo de si es un haiku, pero es magnífico.
Luis Corrales: Breve y directo. Me ha sorprendido el hecho de que considere al pájaro como una parte del árbol, como si éste no se entendiera sin aquél.

Dani Rubio
Huelva, España
Despierto siempre
olvidando mis sueños
amargo café
Caminar solo
despierta mi memoria
con esta luna
Sin detenerte
tan sólo has pasado
lluvia de Mayo

David Collazos
Lima, Perú
Un ave en ojos
de cazador; en ojos
de ave la muerte
Ángel Lipizano: El cazador ha visto muchas veces la muerte, pero la presa.. ella tan sólo una vez. El haiku de David Collazos tiene eso a lo que llamamos fukyo, dejar de ser poeta. Olvidar que existe el lenguaje poético es acercarse a la poesía. El haiku refleja la condición del instante, pero existe otro instante llamado muerte, la que cabe en los ojos del ave un momento y no más que un solo momento.
En largo arroyo
un barquito de papel
y de recuerdos
Prendo una vela
esa sombra no es mía
mosca en el muro
Maitia: Por la sutilidad de la imagen que propone, el detalle de una sombra de mosca en la pared.
Félix Alcántara: Una imagen instantánea la sombra de esta pequeña mosca; se hace la luz, poca luz, y lo primero que se descubre es algo tan diminuto, con auténtico espíritu de haiku.
Luis Corrales: Rigurosa evolución de la sorpresa en tres tiempos, cada uno un verso/viñeta.
Corto cebolla
como agua sobre piedras
la suave lágrima
Taza de té
con una cucharita
bebo el cielo

El Gordo Walter
Ezeiza, Argentina
Llovizna suave
llama a tortas fritas.
Calor de hogar.

El Pez
San Isidro, Argentina
Muere la lluvia.
El tiempo se disfraza
de lentas gotas.
Credo del lobo,
luna de medianoche,
salvaje deidad.
Volaron miles.
Oyeron al verano
llamar de lejos.
Frutos Soriano: ¡Con qué cautivadora sencillez nos describe este autor una migración de aves! De nuevo sucede: el milagro de decir mucho (en este caso prácticamente todo) con poquísimas palabras.
Oigo las risas.
Bajo su máscara
vi una lágrima.
Busco mi cauce;
el río va a mis pies.
Árboles silban.

Emilce Pinazo
Choele Choel, Argentina
bajo los pies
cruje la hojarasca
paso tras paso
un niño hambriento
busca en la basura:
lo quiebra el frío
campos nevados
crepitar de la leña
dentro de casa
Frutos Soriano: Mucha luz y sentidos abiertos en este jaiku, que no es para ser explicado, sino para sentirlo, con tranquilidad, con intensidad.
Luis Corrales: Muy hogareño, sugiere una luz, un sonido y un olor especiales.

Eva Comas
Sevilla, España
Un vilano
pasa en la oscuridad
y el mundo se viene abajo

(Vilano: semilla o fruto leve, coronada de numerosos filamentos finos, que flota en el aire)
desnudo al sol
goza solo en el parque
el vagabundo
revolotea
la sombra del gorrión
el paraíso
estar sintiendo
nardos en mi regazo
camino a casa
nadie sentado
a la sombra del naranjo
repleto de azahar
Playa de la Media Luna: Este precioso haiku nos muestra la contemplación de lo habitual en nuestras tierras y en Sevilla en particular. La presencia de azahar representa el kigo (primavera).
Frutos Soriano: Dice Vicente Haya que lo que no sucede también es objeto del haiku, como en este caso: un árbol que cumple plenamente con su cometido (florecer, dar sombra), aunque no haya nadie para beneficiarse (pero sí hay alguien: el haiyín, nosotros...).

Eva Piña
Asturias, España
Primavera

el carpintero
taladra la madera,
un nuevo nido
Verano

velas al viento
en el horizonte azul,
barcos lejanos
Otoño

el árbol grande
ha extendido a mis pies
su alfombra de hojas
Invierno

quién puede guardar
el corazón que late
bajo la nieve

Félix Alcántara
Zaragoza, España
Si van lentas
las nubes, es por velar
al olmo muerto.
Jayer: La fugacidad de las nubes retrasada por una causa común: un olmo muerto.
Feral: Triste y poético haiku. Desgraciadamente han muerto tantos olmos en nuestros campos que las nubes tendrían motivo para nublar los restos de las olmedas.
Si de su agrado
es la flor, el rocío
se vuelve pétalo.
El pino guarda
la pluma de un gorrión
enamorado.
Inés: Romántico momento entregado brevemente por el autor.
Del viento al agua
no deja de viajar
una hoja seca.
Viejo Libo: La hoja, ya seca, forma parte del mundo del aire y del agua, y con él se mueve.
Tarde en el puerto.
Mecida por las olas
duerme una barca.
Frutos Soriano: ¡Qué calma se respira en estos tres versos! Me gusta cómo humaniza Félix a los objetos. Acuden a la memoria Issa y Francisco de Asís.

Feral
Valencia, España
La golondrina
se zambulle en el aire,
allá en lo alto.
¡Por Heráclito!
No volverá a caer
así esa hoja.
Sandra: ¿De qué forma habrá caído esa hoja? Mil imágenes se despliegan después de la lectura. Me encantó.
Luis Corrales: Qué forma desprejuiciada y fresca de mezclar conceptos occidentales con una percepción japonesa... Así como en el resto de haikus de este autor encuentro su poesía algo cargada para un género como el haiku -en el que debería primar más la constatación que la elaboración-, reconozco que aquí ha dado en la tecla de una forma magistral.
Iridiscencias
de aceite que iluminan
el negro asfalto.
Frutos Soriano: Curioso este tema tratado varias veces en La Pizarra: los colores del aceite de coche en el asfalto. De niños nos paramos más de una vez a deleitarnos con esta visión, ¿a que sí? Ahora nos la trae Feral de nuevo, con elegancia y sobriedad. Y nuestra infancia vuelve.
Ginkgo desnudo,
bajo el plomo del cielo
dora la tierra.
Ginkgo vestido,
tu verdor me alegra
la primavera.

Fernando López Rodríguez
Cartago Valle, Colombia
Ni un paso
aventura la iguana
en los chamizos del sauce
Luis Corrales: La frescura del haiku de métrica libre cuando se realiza con talento.
Tiempo de lluvias:
una chicharra,
¡solo una!, canta
Luis Corrales: Haiku cargado de sentido estacional y muy rico en sugerencias.
Como si fueran
obreras de la tarde
las chicharras en coro
Sigue sin pausa
no se deja atrapar
el viento en la telaraña
No sabe educar, pero
todo el interés para
la iguana en el árbol

Gio
Santiago, Chile
por un instante
se detiene una sombra
tras la cortina
Maitia: Por atrapar el instante y cautivar con su misterio.
Viejo Libo: Imagen, movimiento, quietud.
suena un violín
pasillos y vitrinas
llenos de gente
un niño mira
entre dos edificios
claro de luna
negro edificio
de una ventana a otra
partes de luna
todas las luces
de la nueva autopista
junto a la luna
Inés: Belleza y poesía en la mirada del autor.

Gregorio
Sevilla, España
noche muy fría,
se acurruca a su lado
bajo la manta
Luis Corrales: Muy sugerente y abierto gracias a la ausencia explícita de sujeto. Aquí habla el poeta, según entienda el lector, de un perro, de un amante, de un niño...
lumbre de anoche,
sólo quedan al alba
cenizas frías
recién brotadas,
y ya se caen las flores
del jacarandá
vieja mendiga,
sólo caen en su cuenco
pétalos de azahar
Gio: ¡Felicitaciones, haiyín! Bello momento, bello haiku. En el cuenco la ofrenda de la naturaleza: que no es limosna. Me transmite un poco de tristeza, quizá sea por la mendiga, o por lo que el haiyín quiere que la mendiga vea en su cuenco...
Frutos Soriano: Renovación del famoso haiku de Santôka ("Mi cuenco de mendigar / acepta hojas caídas"). Es lícito imitar (homenajeando) en el mundo del haiku, sobre todo si se alcanzan tan buenos resultados como en este caso.
alba de invierno,
al calor de la manta
caricia y beso

Guillermo Fontes
Santa Cruz de Tenerife, España
la bajamar:
una gaviota hambrienta
sobre mi charco
lluvia estival:
las nubes pasajeras
a la deriva
una pardela:
en el acantilado
un eco un eco
Luis Corrales: Destaco la imagen del pájaro y la finalización con ese tercer verso tan gráfico.
una gaviota
sobre el sol del ocaso:
el cielo en llamas
y de repente
el viento entre las palmas
¡qué tensa calma!

Gustavo Scarone
Montevideo, Uruguay
En la arena.
¿Son puntos suspensivos,
o son gaviotas?
Caen más fuerte
las gotas de lluvia
bajo el árbol

Henry-WHS
Madrid, España
Labios desnudos,
del sueño me rescatan.
¡Aún no es de día!

Heras
Valencia, España
corren por las calles
desde arriba
los llantos de un perro
gran sol de invierno
callados mendigos
contemplan la escarcha
los ojos tristes
de dos recién casados
frente al fotógrafo
Félix Alcántara: Evoca una honda tristeza con sus logrados contrastes y falta de verbos. Una imagen que todos hemos visto alguna vez se halla depurada en este haiku.
Bedmar: Llama la atención del poeta unos ojos que nunca en una situación semejante deberían estar tristes. Algo que nos hace pensar sobre las posibles causas de este hecho. El lector será el que saque su propias conclusiones del momento.
lejos del parque
dos palomas pellizcan
trozos de asfalto
fregando platos
hay cientos de burbujas
entre yo y todo

Hipsiphila
Santiago del Estero, Argentina
Sigue la noche
trenzando luz y nubes:
un haz de luz.
Las hojas trémulas
dibujan sombras chinas
en la pared.

Huma
Cartagena, España
Todos los días
Un pájaro naranja
Se va con la luna
Junto a la fuente
Mirándose el ombligo
Llorando de sed
Portas un gran candil
Pero su llama
Se apaga con un soplo
¡Me he perdido!
¿Sabe alquien el camino?
Mece el viento al junco

India
Santa Fe, Argentina
¡Qué sincronía!
la luna teje noche,
el sol desteje.
Sandra: Me pareció muy interesante la imagen de continuidad y el asombro del espectador, que advierte en la naturaleza un ritmo constante.
Viejo Libo: La rueda del cosmos. La música de los contrarios. Bellísimo.
Un perro enfermo
descansa su esqueleto
bajo ese cedro.
Frutos Soriano: Me gusta mucho esa rima asonante en "-eo", no sé si conscientemente buscada, pero que llena el haiku como un anticipo de muerte, como una música fúnebre.

Inés
Buenos Aires, Argentina
Este sol nuevo
viste de gala toda
la blanca playa
Flor mutilada
tu color agoniza
en mis manos
En la penumbra
un reflejo carmesí
el aire tiñe
Flor que recuerda
la caricia del río
ya anochece

Isabel Pose
Madrid, España
Alguien habita
tu dirección de invierno:
lejano hogar.
El niño pinta
su hogar desdibujado
bajo la lluvia.
Ángel Lipizano: La belleza austera, los japoneses le llaman wabi; para los ojos del niño, las cosas del mundo se van descubriendo una a una... Qué afortunado es descubrir la lluvia en un trozo de papel, en la tinta que se escurre y mancha, pero sobre todo, en la gran motivación infantil, la de pintar, a pesar de la lluvia, ese lugar donde permanecen las raíces... El hogar.
El viejo balde
junta lluvia de otoño:
para tu pelo.
María González: El elemento sorpresa en el haiku debe estar presente, y a mi me sorprendió el verso final.
Niños dormidos,
el hueco de su padre
los incomoda.
Barbarroja: Hermoso ejemplo de lo que Vicente Haya cita como "contar lo que no ocurre". El vacío, la ausencia, pueden resultar enormemente significativas. Mi enhorabuena, Isabel.
Una gota cae
en el banco del parque:
llegan las lluvias.
Luis Corrales: Que una gota de lluvia protagonice un haiku tiene a priori sentido en contadas ocasiones. Aquí cae la primera y la autora descubre todo un cambio estacional, tan tradicional en el haiku.

Israel López Balan
Ciudad de México, México
calor de estío
una mosca aterriza
sobre mi sombra
Luis Corrales: Transpira sopor estival. Me resulta muy cómico que la mosca "aterrice" sobre la sombra que el propio poeta, a pleno sol, querría para sí.
paseo en el parque
ella lleva la mierda del perro
en una bolsa de plástico
nada que decir
sólo dos tazas vacías
sobre la mesa
Félix Alcántara: Es una escena tan de la vida diaria... Tal vez le pasó al autor o lo vio al pasar cerca de un bar, el caso es que lo ha transmitido de un modo impecable.
Gregorio: Presenta la escena con mucha contundencia: nada, tazas vacías... Es sugerente, se presta a interpretar varias situaciones.
fresca mañana
un perro callejero
también estornuda
pasajeros van
pasajeros vienen
tarde de primavera
Maitia: Excelente uso de la cotidianidad y la rutina y el buen detalle del kigo usado.
Frutos Soriano: Israel consigue parar el tiempo en estos tres versos sencillísimos, magistrales para mí.

James Arkham
Granada, España
La lluvia cae
sobre mi rostro alzado.
No siento nada.
Enternecida,
mientras clavo el cuchillo,
miras mi mano.

Jayer
Osorno, Chile
Evaporada
garúa, el ojo ahora
aguza el aire.
Cambio de grises
la lluvia, en las lejanas
vistas del mar.
Leve llovizna.
Cada gota en el lago
hace cosquillas.
Bajo la lluvia
un asentir de rosas
donde se mire.
Claro chubasco
levemente inclinado
hacia la izquierda.
Israel López Balan: El detalle ínfimo que hace la diferencia entre la vida que pasa y la vida que se nos queda.
Viejo Libo: Bello, leve, preciso.

Jordi Climent
Barcelona, España
Pájaro enfermo.
Pone fin a tus penas
la noche helada.
Inés: El final de una vida expresado profundamente.
Se dan la espalda.
Calentándose al sol
comparten banco.
Maramín: Sugerente y abierto, no precisa comentario, basta con asumirlo.
Vida quebrada.
Yace el tronco del pino
sobre la acera.
También la nieve
se sienta en este banco.
¿A quién espera?
Lleva hasta el rostro
el sabor de la lluvia.
Brisa marina.
Mavi: Nos gustan los límites: nos dan seguridad, control. Sin embargo, una y otra vez comprobamos que no existen. No hay frontera entre el olfato y el gusto (tampoco en el resto del espectro del sentir). Las cosas se dan "entre sí" y la lluvia sabe a mundo (mar, resina o lo que sea) porque se da con él.
Luis Corrales: A destacar el protagonismo de dos sentidos corporales no tan frecuentes: el tacto y el gusto.

Jorge Braulio
La Habana, Cuba
enredadera
trinos en la garita
abandonada
arriba noche
en zanja y campanario
muda la luz
ropavejero
pliega el viento de abril
su paño oscuro
Luis Corrales: Momento capturado al vuelo de ese viento primaveral, como si de una fotografía se tratase. Enhorabuena.
moras sin agua
qué luminosidad
la de esas nubes
hace un montón
el viejo con los gajos
primeras lluvias

José A. Hinojosa
Madrid, España
Cerca del puente
la luz de las estrellas
duerme en el lago.
Frutos Soriano: Sutil, plácido, delicioso...
¿Qué es el hombre?
Mientras prende la hoguera
pierde importancia.
Feral: Acertada síntesis de la enseñanza budista: menos metafísica y más praxis en el presente.
Sobre la roca
un hombre escribiendo haiku.
Su barba canea.
Pálido el lago
tan exquisitamente
iluminado.
Bebiendo té
la hora inadvertida
se hace presente.

José Luis Vicent
Valencia, España
lluvia intensa
se precipita el otoño
tras el cristal
Gregorio: Un haiku con mucha fuerza. Para mí la clave está en ese "se precipita", que le da una sensación de gran intensidad.
tarde otoñal
el silencio se quiebra
a cada paso
Luis Corrales: Reproduce vivamente el sonido de esa hojarasca omitida en el poema.
noche de brumas
apenas un borrón
la luna llena
viento... ni pizca
y el grillo que chirría
que débil suena
Ángel Lipizano: Actualmente, el haijin empieza a adoptar formas líricas como las de occidente; en esta latitud, el poeta se vuelve haijin. El haiku no encierra tan sólo su condición estructural, 5-7-5, sino también su calidad fonética. Si bien la imagen del haiku que nos ofrece José Luis Vicent conserva el tono clásico, también se acerca a la conciencia personal: hablo del movimiento del haiku, este pequeño poema transporta a la imagen, al momento lejano del silencio en que el grillo canta.
baja del río
el agua turbia: perro
chapoteando
Raijo: En contraste con el efecto (que, por humano, es dramático) la causa se nos muestra como un aspecto casi lúdico de la naturaleza. Y todo queda ligado por lo que fluye: en este caso, agua.
Luis Corrales: Estupenda imagen. El sustantivo "perro" se ha quedado sin artículo, a la manera japonesa.

José Martel
Las Palmas de Gran Canaria, España
Rasgadas nubes
simulaban un monte
cabeza abajo.
Cuando amanece,
cubierta de rocío
está la rosa.
Llueve con sol
y un arco de colores
surge al instante.
Noche de estío,
se paraliza el aire,
sólo hay respiros.
Raijo: Sobrecoge que, en relación con la quietud que capta la piel, nos hable de lo que suena: la respiración, esa acción casi siempre olvidada que deja oír nuestro "vacío".
Anuncia el gallo
con su quiquiriquí
el nuevo día.

Jota Azimut
Cádiz, España
"Días de Feria"





Arco de luces
la ciudad se ilumina
y polvo somos.
Licor nocturno
discurre por las venas
de los festejos.
Decae la feria
al alba los silencios
duele en la frente.
Rumor de gente
migración de borrachos
hacia las sombras.
Sirena, claxon,
multitudes insomnes
cuerpos ajados.

Juan Carlos Calahorra
La Habana, Cuba
Salón de espera.
Ni esa hoja que ha entrado
halla sosiego.
Bedmar: Aún en la desesperación y la angusta de la espera el poeta es capaz de captar algo que posiblemente al resto de las personas pasa desapercibido. La comparación con la hoja atrapada está muy conseguida.
Raijo: Fusiona -en medio del orden social- lo aparentemente casual de la naturaleza con la incertidumbre humana ante el futuro.
Cuántos pedazos
de cielo ve el ruiseñor
desde su jaula.
Nadie descansa
sobre la silla rota.
Tan solo ella.
Una guayaba
hasta que vuelvan
sus labios.
Jayer: Certero y fresco cuadro para unos labios que dan ganas de morder.
Luis Corrales: No es fácil toparse con haikus sensuales o eróticos afortunados. Este está narrado con talento y mesura.
Árbol reseco.
Breve escala del gorrión
camino al nido.

Kactus
Buenos Aires, Argentina
brillo sereno
un oleaje calmo
en el viejo río
un sol tardío
mirada tenue
mis manos tu cabello
en el reflejo
azulado del lago
muere el sol

Kasome
Donostia, España
la brisa mece al platanero
las ideas mi pensamiento
el río descansa
la sombra se esconde
bajo una brizna de hierba
cálido otoño
Emilce Pinazo: Sutil observación.
mirando la bruma
de la mañana
aparece el sol

Katzu
Lima, Perú
Tenue amanecer
el pajarillo negro
viste de noche
Alfonso Muñoz: La efímera negrura del vestido de este pajarillo en el amanecer es la efímera blancura de los gritos de los patos de Bashô en el atardecer.
Noviembre.
Lo primero que pronuncio:
¡el jacarandá!
Israel López Balan: El tiempo con forma de haiku, y en su atemporalidad resuena el silencio.
Félix Alcántara: Parece que se estuviera aguardando con impaciencia el momento que se describe. Sorprende la preferencia absoluta que se le da a la naturaleza en este haiku.
Mavi: Nuestra contención nos permite no perder detalle de lo que ocurre; pero los jacarandás en noviembre no tienen idea de lo que es la contención. Ante tal desbordamiento, el haijin no podrá mantenerse callado: ¡El jacarandá!
Rama violeta:
la jardinera enciende
sus faroles
Abril: Bellísima imagen de las glicinas iluminando como farol con luz violeta. Habla de primavera.
Ligero viento
el aroma de la noche
me va siguiendo
Libro olvidado
sobre tus páginas
la madrugada
Playa de la Media Luna: A mi entender, un haiku muy bueno. Nos sugiere que el libro reposa (tal vez en el suelo) tras su lectura y que -dejando al lector que interprete- posiblemente exista dificultad para conciliar el sueño.
Abril: El libro es presencia olvidada,melancolía. La luz del crepúsculo, esperanza de un nuevo día.

Konstantin
Sofia, Bulgaria
la creación
entregando su alma
sol valenciano
anochecer
alguien saca su barca
playa desierta
sin cuerpo
una camisa blanca
en la antena
Eva Comas: Es un shock para el que lo ve.
Raijo: Se describe la ausencia (de cuerpo, de peso, de proximidad, etc.) desde la primera palabra ("sin") hasta la última.
retorno a casa
desde el asiento trasero
un niño sonríe
noche de verano
mirando una estrella
pulgar en la vena

Lucho
Valencia, España
En un charco sucio
yace un mosquito:
frío ataúd
Mueve sus alas
en el pretil del puente
la mariposa
Las olas rompen
contra el acantilado:
grito de alcatraz
Una cigarra
con las patas quebradas:
festín de hormigas
Cesó la lluvia:
entre el fango y las hojas
asoma un sapo
Luis Corrales: ...y asoma con él el poema. Magistral ejemplo de haiku feísta.

Luelir
Navarra, España
Vientos de mayo,
cebadas y trigales,
olas sin agua.
María González: Al leerlo fue tan vívida la imagen de las espigas movidas por el viento, formando olas... Me pareció muy poético.
Noche de nieves,
se va de madrugada
de poesía.
El autobús,
olor a humanidad
tan de mañana.
Llueve y resopla
el peregrino cojo
bajo la higuera.
Emilce Pinazo: Desnudez, indefensión, ¿solo molestia?
Tira una piedra
contra un cartel,
le rebota en la cara.

Luis Carril García
Galicia, España
No entra un rayo
de sol en el hayedo
que no se asombre.
Feral: Sol, luz, sombra, asombro... Contrastes que nos llevan al misterioso y mágico interior del hayedo.
José A. Hinojosa: Es un poema grácil. La naturaleza recreándose en sí misma. El sol que da vida al hayedo sin ser consciente de su potencialidad creadora. Al tiempo de dar una visión de conjunto, el autor se detiene en cada rayo.
Frutos Soriano: Al igual que hiciera Félix Alcántara con una barca, Luis humaniza los rayos del sol, creando un haiku en el que todo se funde (el sol, las hayas, el hombre que contempla) en una única cosa.
En el remanso
deja el río un espejo
para libélulas.
Sandra: Toda la ternura y la calma. Imagen muy plástica. Me encantaría presenciar ese momento.
Todas las flores
del campo te regalo
sin cortar una.
Palmira: Me conmueve el respeto que muestra este haiku hacia la naturaleza.

Luis Enrique Mejía Godoy
Managua, Nicaragua
Tiendes la ropa
y miras en la sábanas
tus sueños rotos
Llueve en mis manos
sobre tu espalda escribo
haikus mojados
Duerme mi pueblo
a la luna de octubre
ladran los perros
Pasó el huracán
en los charcos del puerto
quedó la muerte

Maitia
Vigo, España
viejas las manos
para coger la azada
hora del alba
Emilce Pinazo: Tiempo de labranza: las manos y la tierra. Magnífico.
fría mañana;
la iglesia se ha llenado
de olor humano
Frutos Soriano: Este haiku se encuentra ampliamente comentado en mi artículo "Carta a una joven poeta sobre el haiku feísta", perteneciente a la serie Un metro de alto.
por la mañana
el olor del periódico
¿té o café?
Luelir: ¿En casa o en el bar? Esta vez, mejor en el bar. La verdad es que los periódicos no sólo huelen a rencillas y a... sino también a tinta fresca que... hasta embriaga. ¿Te o café?... ¡Ah! Sí, mejor café y bien caliente para quitar las telarañas de la garganta y, si se puede, del corazón. ¡Cuánto en 17 sílabas!
Luis Corrales: Un haiku muy sutil. Me ha llamado la atención que el olor no sea de té o café -aunque también se perciban en torno al poema-, sino del periódico, olor que, a poco que lo pensemos, también conocemos todos.
sol en crepúsculo:
las huellas de gaviota
junto a las mías
marea baja;
paseando por la arena
me sigue el viento
Maramín: La marea y el viento como protagonistas de lo que el haijin atestigua, lo que ocurre mientras pasea.

Maramín
Valencia, España
negro azulado,
sobre el jamón aún tierno
un moscardón
Bedmar: Descripción y contraste de uno de los animales más bellos y repulsivos. Tal vez mostrado no en la peor de sus posibles localizaciones. Imagen impactante.
corro de niños,
la pobre lagartija
acorralada
rumor de lluvia
y cada gota tiene
su propio son
Feral: Se oye la lluvia, pero si se escucha con detenimiento se aprecia la gran diversidad de la naturaleza en cada gota. Percibimos que ni dos gotas de agua son iguales.
Katzu: Existe un ritmo constante. Cada sonido de la lluvia juega con nuevos timbres y expanden el haiku hacia algo curioso e inesperado: un humor irónico y sutil.
Ángel Lipizano: Kanjaku. "La tranquilidad suprema". Aquella vieja canción de la lluvia en el patio hace recordar el patio de la casa de la abuela. Si bien el haijin busca y se busca en el aislamiento, en esta ocasión, el haiku es el punto en el instante que madura. Uno también puede ser adicto al sonido, y cómo perderse el gran espectáculo de cada gota contra el suelo...
tarde invernal;
¡qué blanca está la nieve!
¡qué negro el cuervo!
Sandra: Contraste increíble, visualmente bello.
Frutos Soriano: Maramín nos enseña que la maestría está, casi siempre, en lo sencillo; la plenitud, en lo evidente.
creció mi nieto,
ya alcanza los botones
del ascensor
Luelir: ¡Qué rico!, todavía pequeño pero ya independiente en el ascensor. ¿De cuántas cosas más se es independiente mientras se crece? No lo dice el haiku pero se intuye.

María González
Atizapán, México
La bella cúpula
adorna el claro cielo
suenan campanas.
Ropa tendida
la dueña no está en casa
sólo dos gatos.
Torre de iglesia
en su campanario
un búho blanco.
Poco a poquito
se eleva la casa
tras de la barda.

(Barda: seto, vallado o tapia que circunda una propiedad)
Pájaros negros
agachan su cabeza
y beben agua.

Mariba
Valencia, España
En el aire alas
de una libélula herida
planean lentas.
Vida vegetal;
las serpientes reptan,
vuelan pájaros.
Camina el ciego
esquivando obstáculos
con paso firme.
Siempre geranios
en casa de la abuela
lilas y blancos.

Martín Erro
Buenos Aires, Argentina
Nace el crepúsculo
detras de cada monte
se esconde la luz
En cada páramo
encuentra el caminante
siempre un oasis
Sobre el asfalto
el rostro de las hojas
del nuevo otoño

Mavi
Murcia, España
Recién parido
en la paja mojada
el choto humea
Barbarroja: El calor acompaña siempre a lo vivo, desde el primer y sagrado instante del nacimiento. Este haiku me conmovió profundamente desde su primera lectura. Simplemente maravilloso. Enhorabuena, Mavi.
Luis Corrales: Sucia, incómoda, nada complaciente esta imagen de la irrupción de un choto en el mundo; es sin embargo una constatación tan pura y objetiva que hace de este haiku un magistral homenaje a la verdad.
Diluvia
se hace espuma en los surcos
de las patatas
Barbarroja: Este haiku sencillo, discreto y elegante manifiesta la enorme sensibilidad que la autora despliega en su "mirar al mundo". Magnífico.
Eva Comas: Me parece un muy buen haiku.
Luis Corrales: Así es el haiku, tan sencillo y a la vez tan difícil como hablar de los surcos de las patatas bajo la lluvia.
A agua y zotal
a orín y a alfalfa
la cuadra en primavera
Barbarroja: La voz del haiku nos habla esta vez sin asperezas. Resulta ser un haiku agrio, rudo, maloliente, y es aquí donde reside toda su fuerza vital. Magistral, Mavi.
Luis Corrales: Renunciar a las palabras es, por una pura cuestión de espacio, fundamental en el haiku. Aquí, la autora omite el verbo con una maestría propia sólo del que sabe qué quiere decir y cómo lo quiere decir.
Balsa en desuso
retumba hondo un zumbido
de avispero
Hacia el mediodía
los golpes de azada
van espaciándose
Frutos Soriano: Un detalle... que nos dice mucho, mucho: trabajo honesto, comunión con la tierra, humanidad...
Luis Corrales: Maravillosa percepción de un cambio. Sugiere mil detalles.

Merry
Madrid, España
Sobre el paisaje lento
vuela el alcaudón
con sus alas extendidas
Reíamos en el recreo
porque nos creíamos inmortales.
Rumor de pájaros al vuelo

Micaela
Bogotá, Colombia
Agonizante
se inclina la flor
ante mi mano.
Conejo invernal:
cerezas me miran
entre la blanca nieve.

Mikel
Pamplona, España
Nieve en las alas
El mar en su mirada
El cóndor pasa
Amaneciendo
Se duerme la tormenta
Gotea el sauce
Uvas maduras
Escarcha amanecida
¡Adiós, cigüeña!
Berrea el ciervo
Aromas en el bosque
Receptiva hembra

Milton Hernández
New Jersey, Estados Unidos
Dos ramas secas
con nieve derretida;
adiós, amiga.
En sus ojos
tres nubes bronceadas;
aquí, este perro.
La gota corre
sobre mi otra mejilla:
casi la olvido.

Mycroft
Don Benito (Badajoz), España
"Chiclana"

La arena blanca
Olas que van y vienen
El sol y el viento

Palmira
Valencia, España
Pasó la niebla.
Ya se ve al jardinero
cortando el césped.
Jayer: Hermoso haiku. Esclarecedora imagen del trabajo de un hombre hasta "vencer" la niebla.
Gio: ¡Felicitaciones, haiyín! Este haiku tiene una buena carga sorpresiva. La niebla siempre va a ser un buen elemento de misterio, el tercer verso encierra lo que despierta el momento haiku: el sonido y la duda de su procedencia. Me transmite buen humor.
Luelir: ¡Cuánta vida que no se ve por sólo la niebla! ¿Cuántas nieblas no nos dejan ver? La niebla pasa y se ve el césped cortado y a quien lo corta y... las otras nieblas, ¿también pasan? ¡Cuánto dejamos de ver!
Sartén pequeña,
me dice que hoy también
comeré sola.
Israel López Balan: Momento puro que pese a su delimitación, es capaz de transmitir la emoción de su autora.
James Arkham: El haiku como expresión de las pequeñas miserias de la vida; así es como debe ser. Me ha inspirado mucho.
Piedra del río,
fresca como si el agua
corriera dentro.
Playa de la Media Luna: Es un haiku sensibilizante, gozamos al leerlo: de ese frescor que incorpora la piedra y que sin duda en su interior contiene al río.
Feral: Al leer este haiku casi se siente la piedra en la mano y su tacto nos sorprende... tan sólida pero ¿impenetrable?
Buscando el mar
por el suelo un cangrejo.
Supermercado.
Luis Carril García: Todo un cuento infantil condensado en 17 sílabas. Enhorabuena.
Maramín: Una escena en la que el humor se une a la observación. Claro es que el cangrejo sólo busca huir de lo desconocido, y su instinto le hace buscar el agua.
Frutos Soriano: Gracias, Palmira, por esta maravilla, que no me canso de leer, recordar, recitar.
Luis Corrales: La evolución de los tres versos es muy clásica, dejando la sorpresa para el final. Sin embargo, el haiku surge en un supermercado, en el "aquí y ahora" urbano de todos los días.
Nos despedimos.
El viento arranca flores
de las acacias.
Eva Comas: Este haiku me parece muy hermoso, me rindo ante su belleza, su tristeza y su ternura. Su sabor japonés.
Gregorio: Me gusta esta escena de "adiós". Ellos se despiden y la naturaleza los acompaña arrancando flores. Las flores se caen con la despedida. Hay mucha armonía.

Pedro Fanega
Caracas, Venezuela
En la cascada
completa todo el círculo
el arcoiris.
Bajo el jazmín
hablan las dos mujeres.
Cae la tarde.
Mavi: Atardece: es el momento para la confidencia. El mismo haiku hace visible la intimidad y a la vez la custodia, la protege de oídos indiscretos. Irá menguando la luz y quedará sólo el olor a jazmín en la noche, el reino de lo femenino y de lo oculto.
Anciano ciego.
¡Qué ágiles sus dedos
al tejer la red!
Maramín: Buena observación del haijin, a pesar de no ver la red se desliza entre sus dedos hallando cualquier fallo
Gregorio: La escena "se ve", está muy bien descrita. El contraste entre el anciano ciego y sus dedos ágiles es genial.
Un perro solo.
Juega con la botella
de Coca Cola.
Después del aire,
del sonido y la luz,
el metro llega.

Playa de la Media Luna
Sevilla, España
Piso las tablas,
camino de chillidos
hasta la playa.
Arroyo verde,
el mastín juguetea.
Ranas saltando.
Sembrando mar.
Chillidos de gaviotas,
llega diciembre.
Ya crece el día:
se evapora el rocío,
brotan encinas.
Madera y hierro,
te grita cuando sales:
la puerta vieja.
Katzu: El factor sorpresa es fundamental para un notable haiku como el que he elegido. El misterio te sorprende porque la imagen bellamente lograda es la voz del deterioro. En la atmósfera del poema todo está vivo, como en los cuadros de Velázquez, con sus sutiles contrastes de luz y de sombra, y esa voz interior del cosmos que te estremece y te grita.

Pragitam
Tarragona, España
Los pájaros graznan
y el viento que sopla
sabe a nieve
Luis Corrales: No termino de comprender la renuncia a la palabra "cuervos" en el primer verso. En cualquier caso es un haiku estupendo, muy clásico, muy de los sentidos. Recuerda en cierto modo a Bashô.
La lluvia amaina
y de repente
trinos, gorjeos, silbidos...
Postigos cerrados
callaban
hasta los grillos
Paisaje yermo
el samurai avanza
y la luna con él

Rafael García Bidó
Santo Domingo, República Dominicana
El huracán
se ha llevado los techos.
El mar intacto.
María González: Nos lleva de las casas destechadas al mar, que además de intacto me lo imagino en calma: Ya pasó todo, no hay drama, no hay lamentaciones, sólo la mirada atenta del haijin.
Palmira: Describe muy bien el contraste entre la impasibilidad de la naturaleza y la violencia de sus fenómenos.
Nubes y niebla
y nubes y a veces
los altos pinos.
Jayer: Se capturan con precisión las idas y las vueltas de un paisaje que se escapa ya.
Maitia: Novedoso. Fugaz. Alarde en el uso de la reiteración sin suponer un obstáculo al texto mismo, sino el complemento que le falta.
Luis Corrales: Una contemplación prolongada y un haiku construido sin defecto, manejando la enumeración y la repetición de elementos de forma impecable.
El viejo puente.
De madera y soga hecho
y sustos de caer.
Frutos Soriano: Sutileza y humanización. El viejo puente tiene también su espíritu, no está hecho sólo de materia. Aún perviven en él las emociones, el miedo de todos los que lo cruzaron.
La mañanita
de año nuevo también
tiene rocío.
Lejos suenan
disparos. Tiembla el canto
de los pájaros.
Alfonso Muñoz: Buena alegoría -voluntaria o no- de los tiempos violentos. Con Bashô, el canto de una cigarra interrumpía la quietud de las rocas. Esta vez hay disparos que hacen temblar esas sutiles expresiones.

Raijo
Murcia, España
Raja en la sandía:
olorosas y frescas
entrañas rojas.
Recién bañado,
en el suelo sus huellas
de agua pisada.
Una canción
de antiguos cultivos:
se alza la voz.
Luis Corrales: ¿La voz de quién? ¿Del que escucha o del que es escuchado? Haiku impregnado de olor a campo y de autenticidad.
Crío lloroso
que frota como algo sucio
su propia sangre.
Noche lluviosa;
en un rincón del cuarto,
toda la luz.
Katzu: Extraño no saber cómo expresar este haiku. Pero lo importante no es expresarlo sino sentirlo. Presiento el misterio de lo inefable bajo esa luz que nos provoca intensos sentimientos a partir del contraste de lo borroso y de lo claro: un rincón intenso e impenetrable.

Ricardo Fernández
Zaragoza, España
Desde su banco,
observa a las palomas
un hombre solo.
Eva Comas: Me impactó desde que lo leí.
Niebla cerrada,
¿la luna entre la bruma?
Una farola.
Frutos Soriano: Un tema clásico: el haiku en el que las cosas parecen otras. Ricardo lo borda en esta ocasión.
Tiembla de frío
un gorrión perdido
sobre la nieve.
Rayo de sol.
Vuela la mariposa
sobre la acacia.
Un banco sólo.
Ayer, un pobre viejo
y las palomas.

Rodolfo Langer
Buenos Aires, Argentina
sobre la hoja
la gota de rocío,
efímero sol
roca eterna
juguete de las olas
arena, nada
pobres zapatos,
trajinando barro vil
sin enlodarme

Romano
Sevilla, España
Tristes vencejos
despiden a la tarde.
La noche acecha
El mar en calma
perfecto en su quietud
ajeno, solo
Azul del mar
a veces me recuerda
otros azules

Ros
Tenerife, España
Hoy no amanece
en el negro horizonte:
luna obstinada.
Cayó resina
y pinceló la tierra
doradamente.
Ya cae la nieve
de los fríos tardíos
en nieve ausente.
Huyen gorriones:
sutiles trazos pardos,
trémulo aire.

Sandra
Buenos Aires, Argentina
Frente a la aljaba
¡Que sí! ¡que no! ¡que sí!
el picaflor.
Queda en la rosa
un solitario pétalo,
se bambolea.
Frutos Soriano: ...y el mundo queda suspendido en el instante, esperando. Enhorabuena, Sandra.
Hay luna llena;
no podremos jugar
a la escondida.
Alta en la noche,
como única testigo.
Frío lunar.
¡Ay, qué dolor!
Desgarrando las hojas
los caracoles.

Santiago Larreta Irisarri
Navarra, España
veo o no veo
la rama en la ventana
según el aire
Israel López Balan: El haiku no tiene por qué ser tan premeditado, pues si el poeta está abierto al instante, el haiku aparece fresco, hondo y directo.
Bedmar: La contemplación de la naturaleza desde el interior de una habitación es siempre motivo de inspiración para el poeta, por lo que hay de diferencia entre lo uno y lo otro. En este caso es el viento el que juega con el poeta, captando su atención.
Luis Corrales: Contiene cierta carga de humor, respira frescura y espontaneidad.
en el cristal
sucio de polvo y roto
pinto dos flores
llegan los mirlos
por la tarde al jardín
hoy solo uno
bajo la hoja
vigilante el gusano
ve todo el mundo
el cristal roto
en la ventana vieja
y los pies fríos

Sergio
Madrid, España
el viento sincero
se lleva la peluca
del hombre calvo
sin despedirse,
tras un rato en la rama
el gorrión se va

Sr. González
Ciudad de México, México
prenden las luces
señoras con abanicos
en todo el teatro
a solas
frente al espejo
mi primera cana
olor a guayabas
no pude comer del cordero
que jugó conmigo
Israel López Balan: ¿Acaso la amistad tiene un aroma? Para el poeta, todo lo tiene.
Maramín: Nada que ver el olor a guayabas con el cordero, pero el haijin consigue marcar con ello el tiempo preciso en que ocurre. Cuando maduran las guayabas.
Mavi: El contacto real con las cosas no permite la indiferencia. Preferimos no establecer relación con los seres que están destinados a la mesa, al sacrificio. Somos lo que comemos y también el amor y el dolor con que lo hacemos. Y un nudo en el estómago es un haiku.
Frutos Soriano: Ternura. Un haiku que nos toca el corazón, y allí se queda.
Luis Corrales: El haiku convertido en poesía necesaria de lo vivido.
frescor del llano
en la bolsa de plástico
se ve el viento
Luis Corrales: Sí, es posible "ver el viento" por medio de una bolsa de plástico. El poeta no inventa nada en el haiku, todo está ahí, al alcance de los sentidos. Su particular agudeza ante determinadas situaciones es probablemente lo que distingue al buen "haijin" del resto.
ahora el ruiseñor
haciendo caca
perfume de mujer

Susana D.
Ciudad de México, México
azoteas
caen gotas de la ropa
recién tendida
madre e hijo
por cada paso que doy
él da cuatro
flores de oficina
al compás del ventilador
también se mueven
Gio: ¡Felicitaciones, haiyín! Notable contraste entre el viento natural y el artificial, dado por la sutileza que da ese "también". Quizá haya algo de ironía, que no está de más. Me transmite contemplación, observación, un momento de relax.
en el baldío
como una piedra más
una paloma
Luelir: Puesto que puede volar, no me da duelo. ¡Que se vaya! ¿Qué hace una paloma en el baldío? Que se vaya o será definitivamente una piedra.
Luis Corrales: Rico en interpretaciones. La paloma podría estar dormida, o bien muerta. O quizás su tranquilidad sólo ha despertado un sentimiento de piedad en la autora.
junto al río
una hilera de farolas
prendidas

Sylvia Simonet
Salto, Uruguay
El rosal sangra
sin ruido y sin furia
sus rosas rojas.
Noche oscura.
Desde un cielo ajeno
cae la helada.
Tras los helechos
agreste algarabía.
Croan las ranas.
El gato juega
y rueda el ovillo.
¡Ay, mi tejido!
Áspera reja.
Cielo cuadriculado
de mi ventana.

Trinidad Comas
Sevilla, España
Dijo: cascada,
y por todo el patio
retumbó el agua.
Tormenta de verano.
Caminando en el barro
bajo la lluvia.
Calor de agosto;
no duerme y se sofoca
la embarazada.
Luelir: Negativo, afirmativo, pero ambos describen una dura pero ¿agradable? realidad. Bueno, yo nunca podré comprobarlo.
En la Alcubilla
se refrescan a cubos
chicas en cueros.
Aquella mujer
no verá la tormenta:
cierra ventanas.

Vane
Asturias, España
La lluvia no cesa.
En la casa,
humo de chimenea.
Atardecer.
El sol se esconde,
rompen las olas.
Nuevo amanecer,
alas de mariposa
en la ventana.
Remando en el río,
las estrellas
guían el camino.

Víctor Vallina
Asturias, España
El tiempo vuela
la tierra está amarilla
alma lánguida.
Ya luce Orión,
huelo a las mimosas;
aún es tiempo.

Viejo Libo
San Martín, Argentina
rayo de sol
partículas de polvo
no hallan reposo
María González: Desde niña me ha llamado la atención ese movimiento continuo que se ve en los rayos de sol. Se pueden decir muchas cosas al respecto, es sugestivo y lleno de misterio.
Sandra: Movimiento y luminosidad. Imagen plástica muy bien lograda.
sigue lloviendo
lloro como en otoño
y es primavera
un rosedal
y la mirada presa
en esa rosa
entre las ramas
la luna está cubierta
de cicatrices
José A. Hinojosa: La naturaleza se afea cuando no la contemplamos directamente con el corazón. ¿Un estado de ánimo que no permite disfrutar de la luna, que convierte en cicatrices hasta lo más hermoso?
luna de río
qué sencilla navegas
por mi ternura

Willitosan
Barcelona, España
La noche oscura.
Un bicho en la pared,
él la ilumina.

Zeta
Ciudad de México, México
todos duermen
ella sigue tejiendo
su telaraña
Merry: El efecto sorpresa está de lo más logrado y la atmósfera también.
Gregorio: Me encantan las telarañas. Me parecen obras grandiosas y a la vez frágiles. Esta escena me gusta mucho. El contraste entre el sueño y la tarea de la araña está muy logrado.
Frutos Soriano: Ese pronombre, "ella", qué bien utilizado en este caso. Nos acerca, humanizándola, a la hacendosa araña.
Luis Corrales: El tema de la omisión del sujeto poético en el haiku daría para un estudio muy rico. Por varias razones: por la brevedad del haiku en sí, por potenciar aún más su carga sugestiva, por introducir un silencio necesario... Cuando se hace con talento, el resultado es así de extraordinario.
serenidad
otra farola se une
a la vía láctea
algunos vecinos
apagan la luz
noche de luna
Gio: ¡Felicitaciones, haiyín! Muy buen haiku. Muy buen contraste entre las luces: unas se apagan... otras encendidas. Además, esa duda sutil que queda rondando: ¿apagan la luz para ver la luna? También tiene nostalgia: otro día más que pasa. Me transmite tranquilidad.
incluso cerrada
cruje la puerta de madera
tras el ocaso
Emilce Pinazo: Ruidos cotidianos que, a veces, se esperan. Estación del año muy definida.
paisaje blanco
la nevada de anoche
borró el camino
Katzu: Muy zen. Pocas palabras y una lectura inagotable. Quizá somos todos nosotros formando parte de ese camino inmensamente blanco.

Número total de haikus: 342