Fuentes lejanas
El haiku japonés hunde sus raíces en las viejas religiones de oriente (Taoísmo, Confucianismo y Budismo). Las dos primeras toman forma hacia el siglo V a. C. en China. La tercera procede de la India y, aunque su nacimiento se puede considerar simultáneo, no penetra en China hasta el siglo I a. C. aproximadamente, con la dinastía Han. Asimismo, consideraremos como fuente remota la poesía china clásica. La influencia es, por tanto, muy lejana en el tiempo, y se introduce de un modo general en la temática a través de conceptos globales (religiosidad, filosofía...).
Taoísmo: Fundado por el mítico Lao Tse ("el anciano maestro"), gira en torno a la idea fundamental del Tao, el principio del universo en el que confluyen una serie de opuestos como la vida y la muerte, el bien y el mal, el todo y la nada.
Retrato de Lao Tse |
De este principio emanan dos conceptos contrapuestos y, a la vez, complementarios: el yin y el yang (la mujer y el hombre, la tierra y el cielo). El Tao es el gran origen de todo, pero es también el gran vacío. Es una doctrina de la no-acción, preconiza de alguna forma la inserción armónica del hombre en el devenir de la naturaleza, del universo. El taoísmo aboga por a ver la vida como un camino, a no marcar grandes objetivos: más bien gira en torno a seguir una vía de perfeccionamiento espiritual, de crear un vacío en el alma como forma de acercamiento al Tao a través de la no-reflexión y el no-pensamiento. El haiku bebe de estos conceptos y nos propone a menudo paradojas, estar en contacto con la naturaleza, armonizar espiritualmente nuestra propia existencia con el curso natural del universo...
Confucianismo: Moral filosófica que debemos a Confucio (Kong Tse), muerto hacia 480 a. C. Sin pensar en seres superiores, Confucio hace una moral al alcance de todos, orientada hacia este mundo; proporciona al pueblo una ética que abarca todas las facetas y circunstancias de la vida. Altera ciertos conceptos del taoísmo, pues podemos considerar ahora tres principios básicos: el cielo, la tierra y... el hombre, que unifica ambos conceptos. Conocido es el aforismo de Confucio: "Los peces están hechos para el agua, los hombres para el camino". Esto enlaza con ciertos conceptos taoístas y con el propio "camino del haiku" que seguirían grandes autores de haiku como Bashô, y que consiste en una vida ascética y frugal, de observación, de identificación con la naturaleza y con el mundo. El confucianismo es una influencia que contribuirá a culturizar la poesía japonesa, tiñéndola de espontaneidad y de moralidad confuciana, y en el aspecto formal, de concisión y simplicidad.
Templo budista Todai-ji en Nara, primera capital
permanente del imperio japonés durante el siglo VIII |
Budismo: Hacia el siglo VI a. C. vive en la India el creador del budismo, Buda, un príncipe indio cansado del mundo que se retira a meditar. Buda tiene entonces una iluminación: ve el mundo en que vivimos como una serie de engaños, de falsedades materiales. A partir de este hecho, considera que nuestra vida se desarrolla ignorando el verdadero fondo de las cosas. Para superar este desconocimiento, nos propone un camino de meditación que, en último término, conduce al nirvana o iluminación (
satori en japonés). Alcanzar el nirvana es desprenderte por completo de las ataduras de la vida, crear un vacío interior para "llenar" el espíritu de verdad y de cosas buenas. La comprensión y el perdón de Buda están al alcance de todos los humanos.
Mención aparte merece el
zen, heredero de una de las corrientes budistas que se forman tras las revelaciones de Buda, el budismo Mahayana, y de la tradición taoísta. El zen se desarrolla en China, y desde el siglo XII se introduce con normalidad en Japón. Su espiritualidad influye decisivamente en el haiku. En el zen, así como en el budismo, todo es sagrado, todo tiene su dimensión: una mota de polvo contiene la tierra entera. Enlaza en este sentido con el panteísmo sintoísta, la religión propia de Japón, anterior a las influencias chinas. El zen, por tanto, dota al haiku de simbolismo, de misterio, de amor por la vida sencilla y ascética.
Poesía china clásica: El siglo VIII es una época de consolidación de la influencia china en Japón, que comienza en el siglo VI. Es una influencia que se extiende a todos los aspectos de la vida cotidiana; desde la religión, como hemos visto, hasta la literatura. En esta última, los temas de influencia serán la añoranza, el paso del tiempo o el cansancio del mundo. Son temas, por lo general, bastante pesimistas. Como reacción, se llega a producir en el pueblo japonés cierto rechazo a la influencia del continente por miedo a la pérdida de la identidad japonesa más tradicional.
Máscara de teatro Noh |
Una conocida pieza medieval de teatro Noh (género típico nipón, de lenguaje muy arcaico) llamada "Hakurakuten", nombre de un gran poeta chino de mucha fama en Japón, trata de la expulsión de este poeta a China por miedo a su gran influencia. En cuanto a la forma, la poesía china se estructura frecuentemente en grupos de versos cortos que pueden tomarse separadamente, y en ella encontramos antecedentes directos del haiku como los
jueju de la dinastía Tang (siglos VII-X), cuartetos de versos de 5 y 7 sílabas que persiguen una poesía sintética del instante, de la percepción sensitiva, tal y como encontraremos en el haiku unos siglos más tarde. Son notas comunes entre las poesías china y japonesa la espiritualidad heredada de la tradición religiosa y la comunión con la naturaleza.
Fuentes próximas
Consideraremos como tales las propias fuentes literarias de la cultura japonesa, antecedentes del haiku en su pauta formal y en su contenido. Es imprescindible remitirse al Manyôshû (colección de las diez mil hojas), primera gran antología medieval nipona que se remonta al siglo VIII y que recoge los géneros poéticos que se practicaban entonces. Los primitivos
katauta, aún anteriores al Manyôshû, eran estructuras formadas por un sólo poema o canción, con dos posibles pautas silábicas: 5-7-7 o 5-7-5 (esta última es la misma que la del haiku). Dos
katauta en forma de pregunta y respuesta formaban un mondô, género poético superior. Ya en el propio Manyôshû no aparecen
katauta, sino otras formas evolucionadas como son las
sedôka,
chôka (canción larga) y tanka (canción corta). La canción larga constaba de versos de 5 y 7 sílabas en alternancia constante sin una longitud prefijada de todo el poema. Las tankas, por su parte, eran dos estrofas de tres y dos versos, de la forma 5-7-5 / 7-7. Por último,
sedôka eran poemas de dos estrofas idénticas: 5-7-7 / 5-7-7. Todo nos remite en la poesía japonesa, como vemos, a versos de bien 5 bien 7 sílabas, cuestión sobre la que se ha teorizado mucho, achacable según varios autores al propio ritmo de la naturaleza: regularidad con un cierto cambio.
Mapa de Japón |
Poco a poco, conforme van cambiando los propios gustos de los poetas, van desapareciendo géneros como
sedôka y
chôka, convirtiéndose la tanka en la forma dominante, en
waka (canción japonesa) por excelencia. El Kokinshû, nueva antología aparecida en el siglo X, recoge sólo 5
chôka y 4
sedôka, siendo el resto exclusivamente tankas (unos 1100 poemas). La evolución hacia el haiku tiene su primer estadio en la paulatina separación de la primera estrofa de la tanka (llamada
hokku, de pauta 5-7-5) del resto del poema. Pero hay un género poético que hace de eslabón entre la tanka y el haiku, que aparece a principios del siglo XII, en el período Heian, llamado
renga (que significa canción o poema encadenado).
Renga consiste en una cadena de tankas compuesta por varios poetas que, en un ambiente festivo y de relajación, de competición si se quiere, van formando la poesía. En esta obra conjunta, el
hokku tenía mucha importancia, pues daba pie al resto del poema y debía sugerir un tema o motivo a los poetas que componían el poema
renga. Esta primera estrofa empezó a cobrar poco a poco cierta independencia, y en las sucesivas antologías se fueron creando secciones dedicadas íntegramente al
hokku. Poetas como Sôgi, ya en el siglo XV, se dedicarían a componer
hokku independientes.
Como último paso hacia un concepto de haiku tal y como ha llegado a nosotros, nos encontramos con el
haikai, nombre que ha llegado a considerarse sinónimo de haiku, y que consiste en un giro que ciertos jóvenes poetas, hacia finales del siglo XV, dan al
renga en respuesta a su rigidez formal y conceptual.
Haikai es una palabra que ya aparece en el Kokinshû en referencia a los versos cómicos y ligeros.
Haikai renga es, por tanto, un encadenamiento de poemas divertidos, sin mucha trascendencia, de lenguaje simple, sentido irónico y, dicho sea de paso, con poca calidad literaria en general. En este estado de cosas, se forman escuelas dispares que fomentan la creatividad poética de Japón, algunas partidarias de cierta rigidez en sus premisas poéticas y otras de carácter más flexible. Matsuo Bashoo, el gran poeta de haiku, se considera deudor de la escuela Danrin, de libertad expresiva, lenguaje llano y amplitud en la temática.
Cabe hacer, por último, un apunte sobre el sentido de estación que suele dominar el haiku clásico. Es un rasgo que se da esporádicamente en otras formas poéticas japonesas como
sedôka o
chôka, y comienza a ser algo más corriente en la tanka. Es Sôgi el primer poeta que insiste en incluir como algo necesario una palabra que referencie la estación del año en el
hokku, y se dedica incluso a relacionar ciertos eventos y objetos naturales con estaciones determinadas, para que el lector pueda, tras identificar la estación del año, enmarcar el haiku en un ambiente particular. La costumbre de incluir en el poema esta palabra relativa a la estación (llamada popularmente
kigo) se convertirá en el futuro en seña de identidad del haiku, al mismo nivel que su pauta formal característica 5-7-5, y llegará hasta Shiki Masaoka, en el siglo XIX.